Tu figura silenciosa tendida en una cama, te encontrabas ahí tan sosegada, tus ojos permanecen cerrados, tus labios ya no pueden pronunciar siquiera uno de tus regaños, tu rostro lleno de dolor, tus manos hinchadas y tu hermoso cabello que con el paso del tiempo se torno gris, tu permaneces postrada en una camilla inmóvil, me han dicho que si escuchas, que quizá son tus ultimos días...
Mi bisabuela María... Mi adolescencia y el egoísmo como bisnieta; Nuestros viejos y viejas tirados en el olvido... Lo poco que un día me relataste de tu vida... Ciertamente inspiro demasiado en mí.
Llegue al hospital y como de costumbre ese escalofrió que hace que mi respiración se acelere comenzó a relucir, espere mi turno para poder verte y al llegar a la habitación no pude contener argumentos de angustia, tendida en una cama llena de líquidos entrando a tu cuerpo atreves de mangueritas, tu rostro expresaba dolor, comencé a acariciar tus cabellos te mencione despacito -Mamaria soy Caro, aquí estoy- creí que estabas dormida (ya que tus ojos ahora permanecen cerrados) y comenzaste a gemir tratando de decirme algo (ahora ya no tienes fuerzas para hablar) no lograste pronunciar nada, continúe acariciándote y bese tu frente, debía de sostener el llanto y así fue tantas ráfagas pasadas se pronunciaron en mi recuerdo, al marcharme sostuve tu mano y no entiendo de donde salieron tus fuerzas para apretar la mía y sin que dijeras nada y aunque de tus labios solo saliera un sutil hálito me entere que nos estábamos despidiendo…
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